En éste testimonial de baloncesto, nos platica isabella sobre su experiencia.
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Testimonial de Baloncesto de Isabella

Desde los seis años, ella descubrió una pasión que marcaría su vida para siempre: el baloncesto. Hoy, con 18 años, reconoce que sigue aprendiendo y creciendo gracias a este deporte, que ha sido su escuela, su refugio, su mayor reto y su más grande amor. (Nos compartió Isabella en su testimonial de baloncesto.
El camino, sin embargo, no ha sido fácil. Como mujer en el deporte, ha enfrentado discriminación, falta de oportunidades y nulo respaldo por parte de las autoridades deportivas en Quintana Roo y en México. Además, ha tenido que lidiar con un sistema plagado de corrupción, preferencias y personas —incluidos entrenadores— qué en lugar de impulsarla, le cerraron puertas, la desmotivaron y atentaron contra su confianza.
“Es difícil crecer en un entorno donde todos se creen entrenadores”, recuerda. Le tocó enfrentar críticas injustas, manipulaciones y ambientes hostiles. Algunos entrenadores se encargaron no solo de desmotivarla, sino de dañar su reputación como jugadora y como persona.
Pero más allá de los obstáculos externos, también tuvo que librar sus propias batallas internas. El baloncesto, que comenzó como un pasatiempo inocente, se transformó en una disciplina exigente, una obsesión por superarse, por demostrar que sí podía. En ese proceso, también llegó la frustración: la presión auto impuesta, el agotamiento físico y emocional, el miedo a no ser suficiente.
“Sentía que perdía el amor por el básquet”, admite. Pero también entendió que parte de este deporte —como de la vida— es caerse y levantarse, perseverar, callar bocas. Aprendió que el baloncesto no solo es alegría y logros, también puede ser frustración, enojo y tristeza. Y aún así, nunca pensó en dejarlo del todo.
El baloncesto le dio algo más grande: la oportunidad de conocer nuevos lugares, de vivir en otro país, de hacer amigos con quienes comparte la misma pasión. Su familia también ha vivido experiencias únicas gracias a este deporte. Y, quizás lo más importante, el baloncesto forjó su carácter: la enseñó a hacer sacrificios, a ser disciplinada, a ver el mundo con otros ojos.
“No me quitaba tiempo, me daba ventaja. Estaba un paso más adelante”, reflexiona. Hoy, aunque no lo practique con la misma intensidad de antes, sigue siendo su terapia, su cable a tierra, su lugar seguro. Ha jugado enojada, feliz, frustrada, enferma, lesionada, bajo la lluvia… y siempre encontró en la cancha un lugar donde ser ella misma.
Porque más allá de los triunfos o derrotas, lo que permanece es el amor puro por un deporte que, a pesar de todo, siempre le devolvió la paz. Y que le enseñó, de la manera más dura y más hermosa, a nunca rendirse.
-Isabella Marfil Estrada

Conclusión del testimonial de baloncesto
En síntesis, la historia de Isabella muestra que el verdadero triunfo del deporte no se mide solo en medallas o estadísticas, sino en la capacidad de forjar carácter. El baloncesto la puso frente a discriminación, corrupción y dudas internas, pero también le abrió horizontes, amistades y un sentido de propósito. Cada caída la obligó a redescubrir por qué amaba jugar, transformando la frustración en combustible y la cancha en refugio. Su recorrido confirma que la pasión auténtica sobrevive incluso a los sistemas más adversos y que, al final, el mayor logro es levantarse una y otra vez con la convicción de que el amor por lo que hacemos siempre nos mantendrá un paso adelante.
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